AMICOR Medicina

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Saturday, March 19, 2005

Hippocrates Works

Works

Antiqua Medicina: Hippocrates

Antiqua Medicina: Hippocrates

Charcot would have approved

Charcot would have approved -- Godlee 330 (7492): 0 -- BMJ
As he walked the wards of the Salpetriere Hospital in 19th century Paris, Charcot allegedly gave only two prognoses, solemnly pronouncing at the end of each bed "Il va mourir," or "Il va mourir aujourd'hui." A bleak message definitely, and bluntly delivered, but there is something enviable in its certainty and simplicity. Of course he was short of effective treatments, and accurate prognosis was often the only useful thing medicine could offer, so the art of prognosis was highly valued and was a big part of the medical curriculum.

Friday, March 18, 2005

Kenan Malik's review of 'The Greatest Benefit to Mankind' by Roy Porter

Kenan Malik's review of 'The Greatest Benefit to Mankind' by Roy Porter
The facts tell us that we live in an ever-healthier society. The average Briton today lives twice as long as when Queen Victoria ascended to the throne. Infant deaths have fallen by 80 per cent in the last half-century. Deaths from infectious diseases have fallen by a quarter in Britain over the past twenty five years. Over the same period stroke deaths have fallen by nearly a half and coronary heart disease by about a fifth.

Tuesday, March 15, 2005

Medicina: entre la incertidumbre y la pasión


Una propuesta de reflexión conjunta acerca de la formación médica, la
práctica cotidiana y los nuevos saberes disponibles.

Lo envia: Marcelo Gustavo Colominas [mgcolominas@hotmail.com]

Por Daniel Flichtentrei, Jefe de Contenidos Médicos de IntraMed

En torno al las sesiones del Colegio Americano de Cardiología 2005

Una vez más un encuentro multitudinario de especialistas provenientes de un
mundo con fronteras débiles y comunicaciones fuertes se da cita para poner
al día el "estado del arte" en una rama de la Medicina. Otra vez quienes
ejercemos la profesión desde hace varias décadas asistimos al espectáculo de
una transformación vertiginosa de los conocimientos disponibles y a la
renovación radical de perspectivas que parecían inamovibles.

Los grandes congresos internacionales ya no están conformados por
actualizaciones más o menos novedosas de la información con que se cuenta.
Actualmente, los contenidos científicos que se exponen ponen en crisis
paradigmas de pensamiento y trastocan concepciones que suponíamos
-ingenuamente- definitivas.
La propuesta ya no se centra alrededor de un acopio sistemático de datos
sobre viejos problemas; más bien gira en torno del planteo, a menudo
verdaderamente disruptivo, de nuevas problemáticas.

Lo que se pone en crisis no es un dato perimido: es, ni más ni menos, una
racionalidad cristalizada en ideas tradicionales que se comportan como un
verdadero obstáculo epistemológico que entorpece la compleja tarea de
intentar apropiarse de los nuevos desarrollos de la ciencia.

En esta oportunidad, muchas de las investigaciones presentadas en el ACC
2005 derriban concepciones o instalan dudas razonables sobre lo hasta hoy
aceptado. Por ejemplo:

*¿Es la enfermedad cardiovascular una enfermedad predominantemente
masculina?
*Las descripciones tradicionales de las enfermedades CV, ¿son apropiadas
para el género femenino?
*¿Es la aspirina un recurso universal en la prevención primaria? *¿Son las lesiones del tronco de la coronaria izquierda patrimonio
indiscutible de la cirugía?
*¿Los stents liberadores de drogas son la culminación de la creatividad
tecnológica puesta al servicio de la permeabilidad vascular? *¿Son la insuficiencia cardiaca o la ateroesclerosis enfermedades con
domicilio en el miocardio o los endotelios o, por el contrario, auténticas
enfermedades sistémicas?
*¿La insuficiencia cardiaca es un cuadro progresivo e irreversible? *¿Es la enfermedad cardiovascular un tema exclusivo de cardiólogos? *¿Habrá llegado la hora de desmarcar fronteras y establecer áreas comunes a
diversas especialidades para abordar una enfermedad que no las respeta?

Participar de un congreso médico importante supone hoy enfrentar el desafío
de adoptar un punto de vista crítico sobre la propia práctica y el siempre
saludable ejercicio de revisar los supuestos implícitos sobre los que esa
práctica se funda.

Todas las guías y recomendaciones internacionales aclaran de manera rotunda
que sus afirmaciones son sugerencias, que no suplantan, sino que orientan,
el insustituible juicio clínico del médico. Es habitual hacer mención a que
cada caso es un caso individual, cada persona un universo con significado
propio y toda relación médico paciente una relación humana con lo que ello
implica de complejidad, ambigüedad, incertidumbre.

Parece haber al menos dos formas de alejarse de las normas de práctica
clínica: la forma antigua y brutal de la ignorancia o la no menos
angustiante y desoladora de la impotencia.

Permanecer alertas, abiertos, sensibles, jóvenes -en el más profundo sentido
de esta trivializada palabra- pueden ser los antídotos imprescindibles para
no naufragar en un ambiente de transformaciones tan vertiginosas.

Desarrollar estrategias que nos pongan a salvo tanto de la "irracionalidad
romántica" que nos empuje a un ejercicio sin fundamentos, como de la
"irracionalidad técnocrática" que nos instale en una práctica
despersonalizada, es también una imprescindible tarea de actualización
continua.

La rapidez de los cambios, la evanescencia de unos saberes que se disuelven
cuando aún no terminamos de aprehenderlos deberían recordarnos que la
ciencia, la Medicina, el conocimiento, navegan sobre el frágil universo de
la incertidumbre. Y, tal vez por ello, reclaman para esa travesía instalarse
en el fantástico, imprescindible, territorio de la pasión.